Enrique Fuster Cancio
Ediciones Internacionales Universitarias
266 páginas
La fascinación de Greene por la figura del pecador oculta la acción misericordiosa de Dios
Una parte importante de su popularidad se debe a que la mayoría de sus libros han sido adaptados para la pantalla. El tercer hombre es un caso especial porque directamente fue escrito como guión, y sólo después de la excelente película lo publicó como novela corta.
Graham Greene, como todos los de su generación, recibió el impacto del séptimo arte. Entre 1935 y 1940 ejerció como crítico cinematográfico en The Spectator. Sus críticas fueron posteriormente reunidas en The Pleasure Dome. La influencia del cine en la obra de Greene ha sido señalada muchas veces, y se muestra tanto en las tramas que elige (gansters, espías…) como en la rapidez con la que corta una secuencia para pasar a otra, o por múltiples detalles que deben su inspiración al lenguaje cinematográfico.
Pero, aunque las adaptaciones de sus novelas hayan contado con excelentes directores como John Ford, Fritz Lang, Joseph L. Mankiewicz, Otto Preminger o Carol Reed, tiene razón David Lodge cuando escribe: “Una de las razones por las que nos decepcionan tantas de las películas basadas en las novelas de Graham Greene es que, desprovistas de la poderosa y persuasiva retórica de su voz narrativa, los relatos parecen forzados y melodramáticos”. Y eso a pesar de que, en algunas de las películas, el mismo Greene se hizo cargo del guión.
En este trabajo Enrique Fuster analiza las llamadas novelas católicas de Graham Greene y su puesta en escena: (Brighton Rock (Brighton, parque de atracciones), 1938; The power and the glory (El poder y la gloria), 1940; The heart of the matter (El revés de la trama), 1948; The end of the affair (El final de la ventura). Además dedica, por su singularidad, un capítulo a The Thrid Man (El Tercer hombre).
En el tratamiento del tema el autor aborda la novela del escritor y la consiguiente versión cinematográfica, señalando algunas curiosidades sobre el film pero, fijándose, sobre todo, en las variantes (singularmente interesantes en el caso de Brighton Rock). Pero más allá de este trabajo de cotejo e información, el autor se plantea el carácter “católico” de esas obras.
En se controvertido tema, abierto a la discusión de los críticos, se decanta, en la línea de Ibáñez Langlois, por hablar de novelas de pecado y de gracia, ya que, en muchos puntos, es difícil sostener que Greene tuviera una verdadera concepción del alcance y poder sanador de la gracia. En algunos puntos se sitúa en una perspectiva protestante y en una extraña fascinación por la figura del pecador, que oculta (dejándola en suspenso) la acción misericordiosa de Dios y la posibilidad real de redención ya en este mundo.
El trabajo bien documentado de Enrique Fuster agradará a los lectores de Greene y, a su vez, supone un interesante acercamiento al tema de la literatura llevada al cine. Como se ve en los ejemplos tratados cine y literatura son lenguajes diferentes que, aunque no siempre consiguen coincidir en la expresión pueden, sin embargo, ofrecer perspectivas complementarias.
1 comentario:
Gracias por la reseña, pero el libro está publicado en Ediciones Internacionales Universitarias, no en Rialp.
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