20 septiembre 2010

35/10: Newman, Teólogo de la Tradición

ENTREVISTA A DON JOSÉ MORALES
TEÓLOGO Y EXPERTO EN LA FIGURA DEL CARDENAL JOHN HENRY NEWMAN

Con motivo de la próxima beatificación de John Henry Newman por parte de Benedicto XVI, primeroscristianos.com ha entrevistado a José Morales, teólogo experto en la figura del Cardenal.

- El Cardenal Newman se convirtió al catolicismo tras un estudio riguroso y detallado de la enseñanza de los Padres de la Iglesia, así como de las primeras comunidades cristianas. ¿Qué fue lo que descubrió en ellos que le hizo decidirse a dar este paso?

La atención prestada por Newman a la Iglesia antigua se centró sobre todo en la doctrina apostólica y su desarrollo en los Padres de los siglos tercero y cuarto. Había estudiado atentamente los Concilios de los primeros siglos y la consiguiente fijación de la doctrina trinitaria y cristológica.

Conocía muy bien las posiciones de Padres como San Atanasio de Alejandría sobre la divinidad y la humanidad de Jesucristo, y declaró en una ocasión que se había hecho católico, entre otros motivos, porque si San Atanasio fuera a Oxford, estaba seguro de que iría al culto a un templo católico.

Los primeros cristianos y su vida de piedad o actividad en el mundo eran considerados por Newman como testigos del Evangelio. No suele hacer comentarios directos sobre ellos, pero se encuentran sin duda en el horizonte de su visión de la Iglesia como formada por hombres que detentan un ministerio por llamada divina y el pueblo cristiano que representa ostensiblemente la Iglesia en el mundo y en la vida de los pueblos.

El Primado del Papa

- ¿Qué argumentos utilizaba para defender cuestiones como, por ejemplo, que el Papa es el genuino sucesor de Pedro?

El argumento principal es el hecho de que todo lo importante que la Iglesia cree y vive en el siglo XIX -el tiempo de Newman- se encuentra ya como en germen en la doctrina y las acciones evangélicas. Esto es parte central de la doctrina sobre el desarrollo dogmático, que formuló en el libro Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, publicado en el año 1845, con una edición ampliada en 1877.

En respuesta a objeciones protestantes de que muchas doctrinas de la Iglesia romana -entre ellas el Papado y su autoridad- son corrupciones de la doctrina evangélica, Newman argumenta con datos históricos y un esquema de comprensión teológica que esa aparente variación de doctrinas, en algunos casos, obedece a un desarrollo desde dentro, que no ha deformado la doctrina sino que ha contribuido a darle su forma cada vez más completa.

La Tradición en la Iglesia

- ¿De qué modo explicaba Newman la idea de Tradición, y qué importancia tenía para él?

Newman es tal vez el primer teólogo de la Tradición propiamente dicho. Formula sus ideas al respecto en un libro del tiempo anglicano titulado Los arrianos del siglo cuarto, publicado en el año 1833. Es su primer ensayo teológico de envergadura. Presenta la Tradición de la Iglesia, representada por los Padre, la Liturgia, etc. como fuente de Revelación íntimamente vinculada a la Sagrada Escritura, lo cual no era la típica postura protestante ni tampoco la anglicana.

Los anglicanos aceptan la Tradición de los primeros siglos de la Iglesia pero no es para ellos una categoría teológica fundamental. Newman considera la Tradición como radicalmente unida a la Iglesia y a su caminar a través de los siglos. El sujeto de la Tradición es la misma Iglesia y por ello la postura de Newman tiene que ver del todo con su visión eclesiológica.

- Uno de los puntos en los que más insistió el Cardenal fue el del papel de los laicos en la Iglesia. ¿Tuvo esto algo que ver con su estudio sobre el cristianismo primitivo?

Tuvo que ver en el sentido que comentaba al comienzo de la entrevista, en la primera pregunta.

La formación cristiana

- ¿Qué idea tenía Newman de la universidad? ¿Cómo creía que debía ser la formación de los universitarios, especialmente en el terreno religioso y cultural?

Newman tenía una gran concepción de la formación universitaria como esencial para construir el carácter del hombre y también del cristiano. Lo había aprendido en su experiencia de Oxford, en donde se daba una importancia privilegiada a la llamada formación liberal. Liberal tiene aquí sentido de formación abierta con amplios horizontes humanos y culturales, que proporcionan al estudiante una visión adecuada del mundo y le permiten la recta comunicación con los demás.

Pero esta formación oxoniense no era para él suficientemente espiritual y cristiana, aunque lo era entonces en un sentido formal y oficial. Al hacerse católico nunca abandonó la estima por la educación cultural y humana proporcionada por Oxford y trató de elevarla a un plano superior formativo en el proyecto de la Universidad católica de Irlanda, iniciado en el año 1852.

Este proyecto incluía la teología como necesaria para la formación de la mente y del carácter. El plan educativo de Dublin era como Oxford enriquecido. Las ideas de Newman al respecto se exponen en el libro Idea de una Universidad.

El viaje del Papa

- ¿Cuál es la trascendencia del viaje del Papa al Reino Unido en el contexto de la Beatificación de Newman? ¿Cómo valora intelectualmente el Papa al futuro beato?

Casi todos los Papas del siglo XX han hablado de Newman y han prestado mucha atención a sus escritos. Cuando era profesor de teología, el Papa conocía la obra de Newman, en parte porque fue en su país donde las ideas y textos teológicos de Newman entraron masivamente en Europa a principios del siglo XX.

El Papa va al Reino Unido para beatificar a Newman en un lugar cercano a Birmingham, ciudad en la Newman vivió prácticamente todo su tiempo católico hasta su muerte en 1890. Otro motivo del viaje papal es sin duda saludar con su presencia los desarrollos recientes ocurridos en el seno del mundo anglicano, aunque eso se haga con respeto hacia el Anglicanismo y de modo indirecto. La importancia ecuménica del viaje es sólo secundaria.

www.primeroscristianos.com/index.php?/entrevistas/

34/10: Dios existe

El libro de Hawking reabre un viejo debate. En la historia del pensamiento reciente abunda la bibliografía que avala la tesis de un ser superior

Este artículo será útil en clases de Filosofía y Religión en los niveles de Bachillerato y final de la ESO. Se puede acompañar de un breve cuestionario o de un diálogo posterior.

La cuestión de Dios está de moda. La multiplicación y el desarrollo de las ciencias han ofrecido más argumentos para pensar a Dios. Los científicos han buscado cómo era posible que Dios se engarzara con sus descubrimientos o han afirmado que es imposible que haya algo más que lo que se descubre siguiendo el método científico. Hay autores, por ejemplo Ermanno Bencivenga, que se atreven a escribir libros enteros para estudiar la demostración de su existencia al estilo de los clásicos («La dimostrazione di Dio. Come la filosofia ha cercato di capire la fede», 2009). Otros prefieren las demostraciones clásicas renovadas por el avance espectacular que la cosmología física ha conocido, caso de Francisco Soler Gil Dios y las cosmologías modernas», 2005). Las conclusiones son contrapuestas, pero el proceso lógico que han seguido y el rigor de sus planteamientos permiten advertir que estamos ante un tema central.

Los filósofos saben que no basta redactar con claridad y rigor. Es necesario discutir los argumentos contrarios. Los argumentos ateos pueden resumirse en dos: uno, que Dios no es necesario –es la crítica naturalista–, y el otro, que si existe el mal –o al menos algunas clases específicas o determinadas cantidades de mal–, entonces no puede existir un Dios bueno, sabio y omnipotente. El argumento a partir del mal requiere la objetividad del mal, no basta definir qué es el mal, sino probar su existencia en concreto.

Puede pensarse que se trata de cuestiones abstractas, pero la realidad es que el filósofo ateo quizá más importante del siglo. XX, Antony Flew, se ha convertido racionalmente al teísmo, siguiendo la evidencia hasta donde ésta quiera conducirnos («There is a God: how the world’s most notorious atheist changed his mind»; con Roy Abraham Varghese, 2007. La consistencia y la racionalidad de las leyes de la naturaleza, el ajuste fino de las constantes físicas del universo que permite la existencia de un ser inteligente, el origen del universo en el big-bang, y, finalmente, la rica información organizada necesaria para la vida permiten elaborar una fuerte demostración a favor del teísmo.

Hace pocos años ha surgido «el nuevo ateísmo», compuesto por filósofos como Daniel C. DennetBreaking the spell: religion as a natural phenomenon», 2006) y Michael OnfrayTratado de ateología: física de la metafísica, 2006); por divulgadores científicos como Richard DawkinsEl espejismo de Dios», 2007); y por críticos culturales como Christopher HitchensDios no es bueno. Alegato contra la religión», 2008) o Sam HarrisEl fin de la fe. La religión, el terror y el futuro de la razón», 2007). A medida que han alcanzado popularidad se han radicalizado, y no siempre se expresan con la mesura y equilibrio requerido en una empresa intelectual ni con la sutileza y la finura de un pensador que ama el diálogo. Les caracteriza la crítica moral al cristianismo. Pero crítica no significa discernimiento, sino ataque. Su reduccionismo científicista es una tarea complicada que no se acomoda a una concepción moral fuerte: si el hombre es sólo un ser como cualquier otro del universo, ¿por qué posee dignidad? Además, sin esa moral, ¿a partir de dónde y con qué fuerzas se desarrollará una nueva cultura atea? Y, sobre todo, ¿a dónde quieren conducirnos? Da la impresión de que es un fenómeno puramente reactivo y parasitario del cristianismo. En realidad, parece que pretenden únicamente llegar a poseer el poder político que atribuyen a la religión.

Respuestas más mesuradas

A la dureza de sus críticas no le han faltado respuestas, en general más mesuradas. Podemos destacar a Scott Hahn que ha escrito «Answering the New Atheism: Dismantling Dawkins’ Case Against God (2008), a William Lane Craig y su «God Is Great, God Is Good: Why Believing in God Is Reasonable & Responsable (2009) y a Alister McGrath que ha afrontado un largo diálogo con «Dennett: The future of Atheism : Alister McGrath and Daniel Dennett in dialogue» (2008).

Los científicos, como los filósofos, se dividen en creyentes y ateos. No se trata de una división equilibrada, ni de hallar porcentajes en encuestas al efecto. La cuestión es más profunda. En primer lugar, la ciencia ha surgido allí donde la creencia en la racionalidad del universo basada en la libre creación divina se había asentado en la cultura y había moldeado el pensamiento y espoleado el deseo de saber cómo había hecho Dios el mundo. También conviene destacar que casi todos los grandes científicos han sido estimulados por su fe a desarrollar la ciencia. Tenemos el ejemplo de Francis S. Collins («¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe», 2007): un científico, jefe del proyecto Genoma, convertido al cristianismo en la madurez y que intenta pensar su fe junto con la ciencia de una manera «enteramente plausible, intelectualmente satisfactoria y lógicamente consistente».

Entender desde la ciencia

La cuestión crucial que está en juego es si realmente el hombre puede entenderse a sí mismo sólo desde la ciencia que ha desarrollado o si él mismo en cuanto persona libre y creativa no queda aparte del objeto de la ciencia y más allá de lo que su método permite alcanzar. El naturalismo podría caracterizarse, por contraposición, como aquella filosofía según la cual la ciencia positiva puede llegar a saberlo todo. La discusión sobre el naturalismo centra una buena parte del esfuerzo de pensadores tanto ateos como creyentes (Steward Goetz, «Naturalism», 2008; «Science and religion in dialogue», 2010).

Los científicos y los filósofos son profesionales del diálogo crítico y no temen cruzar sus armas en debates privados y públicos, por escrito o delante de las cámaras de televisión. En el ámbito americano, un experto es William Lane Craig que ha protagonizado debates, entre otros, con Walter Sinnott-ArmstrongGod? A Debate Between a Christian and an Atheist», 2004), Anthony FlewDoes God exist?», 2003) y Christopher Hitchens (2009). En el ámbito español podemos encontrar el de Francisco Soler Gil con Martín López Corredoira que se titula «¿Dios o la materia?» (2008). En Italia el debate es encabezado casi siempre por Paolo Flores d’Arcais que se ha medido, entre otros, con Joseph Ratzinger¿Dios existe?», 2008), con Angelo Scola (Dio? Ateismo della ragione e ragioni della fede, 2008), pero siempre da la impresión de que quiere llevar razón.

Este diálogo es imprescindible para la vida cultural de una civilización y se desarrolla aunque los que participan no sean ni creyentes ni ateos, porque a todos concierne el interés de la religión o el valor de su rechazo. Esta confrontación sólo tiene sentido si seguimos buscando la verdad. Al evaluar los diferentes argumentos, discriminando sobre su valor relativo, podemos descubrir mejores modos de sostener nuestras creencias e insistir de modo más eficaz en sus aplicaciones prácticas para hacer más humana la vida.

Enrique Moros

Profesor de Metafísica. Universidad de Navarra

La Razón 09/09/2010

33/10: De qué sabe Hawking

“La Física da de sí lo que su método le permite”, dice un científico y filósofo de la Universidad de Navarra en respuesta al nuevo libro de Hawking.

Es interesante que se puntualicen con claridad las cosas que están en discusión, porque si no, se pueden tomar en serio afirmaciones que no tienen ningún fundamento o discutir esas afirmaciones sin saber cuáles son los criterios de verdad.

En las consideraciones publicadas por The Times” basadas en algunas citas del libro de Hawking y, supuestamente, en lo contenido en dicho libro, se puede apreciar una superposición de planos en el que últimamente suelen incurrir algunos científicos que defienden, principalmente, tesis materialistas, aunque no solamente estos.

Los dos planos a los que me refiero son el propiamente científico, por un lado, y el correspondiente a una racionalidad que no se limita a aquello que el método científico puede dar de sí.

No existe "la" ciencia

Existen varias ciencias, con sus métodos propios, y no una sola ciencia. Este hecho, que a veces se olvida, pone de manifiesto que, de hecho, no parecen reducibles los fenómenos de los que cada ciencia se ocupa a un conjunto de leyes que se obtengan solamente en una de ellas como la Física, por ejemplo.

La famosa teoría del todo persigue unificar en un solo marco teórico las predicciones cuantitativas que la Física puede hacer en relación con las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza.

Algunos, de una manera ilegítima, parecen sugerir que con dicha teoría se podría explicar el Universo en todos sus fenómenos y procesos. Es un salto completamente injustificado. Más bien, lo que necesitamos es desarrollar diversas disciplinas con las que abordar el conocimiento científico de los distintos ámbitos de la realidad.

La filosofía: una "racionalidad ampliada" útil para explicar la realidad

Hay dimensiones del mundo físico y de lo que es propiamente humano que exigen, de una manera muy clara, una racionalidad ampliada que podríamos llamar filosófica.

Pretender explicar la realidad de la libertad, del amor, del deber, etc. con base a interacciones materiales sería como volver, aunque con un aparato matemático muy sofisticado, a mantener tesis semejantes a las de los materialistas griegos como Demócrito, Leucipo o algo más tarde Epicuro y Lucrecio.

De hecho, incluso dentro de la Física, la legítima pretensión de explicar todos los fenómenos físicos mediante un conjunto de leyes fundamentales es muy discutido. No es pacíficamente aceptado, por ejemplo, que la termodinámica sea reductible a la mecánica estadística: la noción de entropía presenta una dificultad para conseguirlo.

Sorprende que un científico como Hawking, con méritos reconocidos, incurra en semejantes confusiones.

¿Multiversos contra Dios?

Hawking parece presentar a un dios que está condicionado por las leyes de la naturaleza, no al Dios Creador de dichas leyes. No deja de ser curioso que la hipótesis de que Dios solamente podía crear un único mundo, conclusión que parecía desprenderse de la visión aristotélica que dominaba en las universidades en el siglo XIII, fue condenada por el obispo de París Tempier en 1270 por verla incompatible con la omnipotencia y grandeza de Dios.

Las hipótesis actuales de la existencia de multiuniversos no constituye ninguna amenaza contra la fe (aunque, lógicamente, supondría un desafío para la reflexión en algunas cuestiones teológicas).

Además, en la doctrina cristiana no hay pretensión de exclusividad en relación con el hombre. De hecho, ¡incluso forma parte de la revelación la existencia de otros seres inteligentes llamados ángeles! Respecto a ellos, Tomás de Aquino decía que era coherente con Dios que hubiera un número inmensamente grande.

¿Creación espontánea? Eso no es física ni lógica

Según The Times, Hawking afirma en su libro:

"Puesto que hay una ley como la de la gravedad, el Universo puede crearse a si mismo de la nada, y lo hace. La creación espontánea es la razón por la que existe algo, en vez de nada, por la que existe el Universo, por la que existimos nosotros".

Respondamos con claridad que ver las leyes del Universo como una explicación de su autocreación no tiene ninguna base racional ni empírica.

De hecho, hablar de "creación espontánea" es contradictorio. La física se ocupa del comportamiento de la materia en todos sus estados: como partículas o como energía de distinto tipo. Cuando se emplea la expresión "creación espontánea" en física, por lo general el físico se está refiriendo en realidad a una simple transformación de carácter material. Un físico no puede hablar de "crear desde la nada", como sí lo puede hacer la fe cristiana.

En el cristianismo, Dios es Él el autor de las leyes, no se limita a usar leyes preexistentes para organizar uno o varios universos.

¿A más mundos habitables, menos Dios?

Según la periodista del Times "Hawking escribe que el primer golpe fue la observación confirmada en 1992 de un planeta orbitando una estrella que no era nuestro Sol". Y cita su libro: "Eso hace que las coincidencias de nuestras condiciones planetarias - el único Sol, la afortunada combinación de la distancia Tierra-Sol y la masa solar- sea mucho menos remarcable y mucho menos convincente [compelling] como evidencia de que la Tierra fue cuidadosamente diseñada simplemente para satisfacernos [please us] a nosotros, los seres humanos".

Parece que, según Hawking, la existencia de Dios dependa de la probabilidad de la existencia o no de un mundo como el nuestro.

Sin embargo, lo propio de Dios no consiste en afinar los parámetros para que podamos existir, sino en crear. Y crear es una donación libre y amorosa de Dios. Esto difícilmente lo puede explicar la física y los argumentos basados en la probabilidad.

Luego, para combatir el "principio antrópico" (que, en principio, favorece las posturas teístas) acude a la tesis del multiverso, de que hay una infinidad de universos.

La tesis de los multiuniversos en realidad no pasa de ser una mera hipótesis matemática. Hoy por hoy no tiene contrastación de carácter experimental, ni se puede falsar, es decir, no es científica. Sólo busca quitar especificidad a nuestro Universo.

El orden que vemos en el universo -la fuerza de atracción nuclear, la velocidad de expansión del universo- es tan improbable, parece seguir una casualidad tan increíble, que la única manera de explicarlo sin acercarse al deísmo es proponiendo que haya una infinidad de universos, tantos que, por probabilidad, alguno tenga las asombrosas condiciones que nosotros tenemos. Es la única manera de explicar para algunos el fino ajuste de las constantes físicas del Universo, sin acercarse al teísmo.

Pero, insistamos, hoy por hoy los múltiples universos no son una tesis científica.

Ser humano ¿es ser simplemente una "colección de partículas"?

La tercera frase del libro de Hawking que The Times difunde afirma:

"La teoría M [una serie de "teorías del todo" usando cuerdas] es la teoría unificada que Einstein esperaba encontrar. El hecho de que nosotros los seres humanos - que somos fundamentalmente meras colecciones de partículas fundamentales de la naturaleza- hayamos llegado tan cerca de entender las leyes que nos gobiernan a nosotros y a nuestro universo es un gran triunfo".

El mismo Hawking que afirma que somos una mera colección de partículas admite luego que llegamos a entendernos a "nosotras mismas". ¿Cómo puede un conjunto de partículas alcanzar "ese gran triunfo" sin dejar de ser eso: un conjunto de partículas? Seremos, al menos, algo más, no sólo eso.

La física da de sí lo que su método le permite. Siempre habrá cuestiones que quedarán fuera de su alcance, preguntas que ese “conjunto de partículas” se hace continuamente: el sentido de la existencia, de la vida y de la muerte, etc... La física no responde a estas preguntas, que son preguntas reales e importantes.

Los extraterrestres no molestan al cristianismo

Por último, Hawking parece sugerir que si hubiese muchos planetas como la Tierra, con vida inteligente, el cristianismo se vería refutado o, al menos, en dificultades.

La realidad es que el que haya más o menos planetas con o sin vida inteligente no está directamente abordado por el magisterio de la Iglesia, pero el cristianismo nunca ha negado esta posibilidad.

De hecho, la enseñanza católica sobre los ángeles es una manifestación de la apertura de la Iglesia a la existencia de seres inteligentes diferentes de nosotros. Simplemente, de haber más razas inteligentes en el cosmos, se plantearían algunas preguntas teológicas sobre la unicidad de la redención de Cristo (¿necesitan redención, sería Cristo su redentor, cómo les llegaría esa redención?, y otras) que habría que abordar. Pero no afectan en nada a las enseñanzas sobre un Dios Creador.

Santiago Collado González

Grupo de investigación “Ciencia, razón y fe” (CRYF) www.cryf.org
Director de investigación de la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra
Físico y doctor en
Filosofía

Religiónenlibertad.com, 13/09/10

32/10: Queremos aprender

Ya que la experiencia enseña que los gobiernos no suelen mejorar la educación, es una sorpresa que sea la educación la que haga cambiar al gobierno… o por lo menos al de un Land alemán.

No es mal lema “queremos aprender”: nos sirve a los profesores, a los alumnos, y partiendo de esta experiencia, al país entero… que falta nos hace.

El 25 de agosto, Ole von Beust era sustituido como alcalde de la ciudad y presidente del Land de Hamburgo. Se le consideraba el alcalde más popular y querido de la historia reciente de la ciudad, pero no le quedaba otra opción después de que el pueblo rechazara en referéndum el pasado 18 de julio la política educativa de su gobierno.

Esa reforma educativa, que era el núcleo del acuerdo de la primera coalición entre democristianos y verdes al frente de un Land alemán, se proponía prolongar un año la enseñanza primaria, manteniendo básicamente los contenidos anteriores. La oposición, formada por socialistas e izquierdistas, estaba de acuerdo con esa medida. Inicialmente la ciudadanía, sumida en su proverbial pasividad, no pareció acusar recibo de esa iniciativa, hasta que el abogado Walter Scheuerl se encargó de movilizar a los potenciales descontentos. Muchos padres resultaron estar en contra de esa disminución de la exigencia docente, que se iba a traducir en una peor preparación de sus hijos, y bajo el lema “queremos aprender” se puso en marcha una movilización cada vez más numerosa. De entrada, la clase política no dio importancia a ese movimiento, al que miraba con displicencia, hasta que se vio literalmente arrollada.

Curiosamente, los verdes habían impuesto poco antes que el Senado reconociera carácter vinculante a los referendos populares, y a una consulta de esta índole recurrieron los hamburgueses descontentos con esa reforma. El gobierno, en apariencia tan amigo de la democracia directa, empezó a asustarse y procuró poner todo tipo de obstáculos, algunos incluso ilegales, al desarrollo de la campaña previa a la votación. La fecha se fijó, de intento, en julio, en plenas vacaciones escolares. Como es propio de este tipo de consultas, el porcentaje de votantes no fue elevado -el 39 %-, pero la iniciativa popular se impuso con claridad. La crisis de gobierno estaba servida: el presidente reaccionó con gallardía, aunque no así la consejera de Educación, la verde Christa Goetsch, que en unas primeras declaraciones calificó la jornada electoral como “un día de mierda” y se ha negado a dimitir.

Nos cabe sacar provechosas conclusiones de este episodio. Por ejemplo, que un pacto educativo entre todas las fuerzas políticas presentes en un parlamento no asegura la calidad de la enseñanza, sino que puede llevar a su deterioro. Hace falta antes un pacto social más amplio, que incluya a padres y docentes. Los padres, titulares de la educación de sus hijos, no deberían abdicar de su responsabilidad y dejar asunto tan importante en las manos oportunistas de los partidos. En Hamburgo supieron reaccionar a tiempo, gracias al empeño y a la tenacidad del citado Walter Scheuerl: una sola persona puede hacer mucho si defiende una causa razonable y se compromete hasta el final. La clase política -y también algunos de los medios de comunicación más influyentes- intentaron descalificar la protesta como una maniobra de los sectores adinerados para defender sus privilegios educativos, pero los análisis posteriores han mostrado que se trató de un movimiento genuinamente transversal: la preocupación por la educación de los hijos no es patrimonio exclusivo de los ricos.

Contemplo con cierta envidia lo sucedido en Hamburgo, y no me alegro tan sólo por ese triunfo de la gente de a pie sobre la denostada clase política. La educación alemana se encuentra en una indudable crisis, como ponen de manifiesto los diversos informes comparativos entre países, y esa situación ha originado una intensa discusión, tanto en el ámbito regional como en el federal.

En España nos encontramos en condiciones aún más calamitosas, según esos mismos informes y como resulta evidente para cualquier que conozca las circunstancias de ambos países, pero aquí el diálogo auténtico brilla por su ausencia. En momentos especialmente señalados, como los debates sobre el estado de la Nación, gobierno y oposición invocan de modo rutinario la necesidad de ese pacto de Estado, que a continuación se sumerge en el olvido hasta una próxima ocasión. Pero ni siquiera un acuerdo entre todos los partidos garantizará lo mejor para nuestros escolares, como enseña el caso de Hamburgo. Mientras tanto, ¿dónde están los Walter Scheuerl capaces de movilizar a nuestra ciudadanía?

Alejandro Navas
Profesor de Sociología. Universidad de Navarra
Diario de Navarra, 03/09/2010