23 julio 2008

78/08: Causas perdidas, locuras y molinos

Autor: Roberto Avilés

Jorge Luis Borges se encontraba ante una gran audiencia en la Universidad de S. Marcos. Los estudiantes le insultaban porque algunas declaraciones chocaban con la ortodoxia revolucionaria de aquellos momentos. Borges comenzó la conferencia. El auditorio pasó de la rabia a la fascinación. Al acabar, un estudiante le pregunta: "¿cómo es posible que un hombre tan culto como usted, señor Borges, se empeñe en oponerse al curso de la historia?" La respuesta no tuvo desperdicio "oiga joven -dijo Borges - ¿no sabe usted que los caballeros sólo defendemos causas perdidas?"

¡Caballeros! No abandonemos las causas perdidas.

Aquella máquinas que trituran el trigo para hacer un pan duro llamado bienestar no son inofensivos molinos, son gigantes feroces. Esta vez el Quijote está cuerdo y Sancho se ha vuelto loco. La opinión imperante afirma que sólo los católicos y otros pequeños "grupos" vemos gigantes en vez de molinos. Nos acusan de locura quijotesca, de haber perdido la razón.

Sin embargo, aquellos molinos movidos por el aire del “progreso” trituran personas antes de nacer; manipulan la vida de los hombre; expulsan lo sagrado de la vida pública; ideologizan a estudiantes con el EpC son gigantes feroces. Los cuerdos somos los quijotes que con el corazón angustiado observamos la tragedia de la modernidad. La razón se ha construido una habitación de espejos donde se contempla a sí misma convencida que así es la realidad. Es muy actual aquella frase de Chestrerton: el loco ha perdido todo menos la razón.

Nos acongoja ver como los quijotes hemos sido arrojados al manicomio, se nos permite vivir pero no participar en la vida pública. Nosotros somos los cuerdos, porque nuestra razón posee el principio para no enloquecer: la capacidad de captar el misterio.

La lucha contra los monstruos parece una causa perdida son muchos molinos, nadie nos escucha. Podemos tener la impresión de ser como aquel río cuyo caudal dividió Ciro, se fue gastando en canales que no alcanzaron un gran renombre sobre la tierra. Sin embargo, el efecto sobre las personas fue incalculable. “El crecimiento del bien en el mundo depende en parte de actos que nada tienen de históricos; y que ahora las cosas no nos vayan tan mal como podrían irnos se debe en buena parte a los muchos que vivieron fielmente una vida escondida y descansan en tumbas que nadie visita”. (George Eliot)

¡Caballeros, luchemos por las causas perdidas! No son molinos, son gigantes.

Yo quiero ser Quijote.

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