08 agosto 2008

84/08: Técnica

Por Roberto Avilés


“Tienes que olvidarte de la finalidad para la que servirán-me decía también a mí-miralos solo como mecanismos ¿Ves que hermosos son?” (El vizconde Demediado, Italo Calvino). En efecto, pertenece a la esencia de la técnica tener en cuenta solo los efectos. Ella es una cerrada totalidad de causas y efectos. No existe la novedad auténtica, todo está determinado.

Esta característica de la técnica no debe extenderse más allá de ella. Sin embargo, parece que la tendencia actual es esta: “el tratamiento matemático que hace el autor del concepto de finalidad es nuevo y altamente ingenioso (...) Pero en cuanto se empezaba admitir explicaciones finalistas...bueno, nadie sabía dónde podía llegarse”. (Un mundo feliz, Huxley) Sí sabemos a dónde podemos llegar…a abrirnos a lo trascendente.

Existe una tendencia a arrinconar la visión general de la vida. La extrapolación de la visión técnica nos lleva a atender exclusivamente nuestras necesidades, fijarnos en el flujo de nuestras experiencias sensoriales inmediatas. Y lo llamamos “vida real”. De este modo quedamos atrapados en la facticidad: el hombre es un ser para la muerte (Heiddegger).

Es necesario volver al asombro. “Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es lo bastante poeta parar suscitar sus riquezas”(Rilke). Así superamos los límites de la necesidad, no por razones de productividad, sino por el mero deseo de abrir la mirada desinteresada hacia lo real.

La tecnificación del pensamiento nos aleja de aquello que es realmente importante: nuestro propio fin y vocación. Recuerdo unas líneas: “Acuérdate de que estás ahí para embarullarle; por como habláis algunos demonios jóvenes”. Es el consejo que de le da un diablo viejo a su sobrino. (Cartas del diablo a su sobrino, Lewis).

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