22 mayo 2009

84/09: ¿Por qué atacan al Papa?

.....¿Por qué hay gente que sólo ataca al bien y a los que procuran hacer el bien y a los que enseñan a vivir el bien? ¿Qué ganan con eso?
.....Los alumnos se lo encuentran a diario y probablemente sea bueno que lo piensen un poco. Este texto será una buena ocasión de trabajo personal y debate para los alumnos mayores.

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Los resentidos atacan
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.....Un gran orgullo, unido a una posición social inferior, son circunstancias singularmente favorables para que se despierte el sentimiento de venganza.

.....Hemos visto que el Papa habla con sensatez y dominio del tema sobre el SIDA en su viaje a África y comienza una avalancha de hipócritas reproches. El parlamento de Bélgica le reprueba y en el de España los comunistas intentan lo mismo. Podría sorprender que sean precisamente dos países de raíces católicas. Pero si se conoce las raíces del resentimiento es fácilmente explicable.

.....Revisemos el proceso que sigue Max Scheler para conocer los fondos oscuros del corazón humano. En primer lugar describe el resentimiento como una intoxicación psíquica con causas bien definidas, “surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos los cuales son en sí normales y pertenecen al fondo de la naturaleza humana como son la venganza, el odio, la maldad, la envidia, la ojeriza y la perfidia (citaremos las pp de Scheler en El resentimiento en la moral, Caparrós ed. 2ª ed, Barcelona 1998, p. 20-21). Es una venganza, pero sin un contraataque directo, como refrenando los sentimientos, debido a la constatación de un “acusado sentimiento de impotencia”(21).

.....En este estadio sentimental se dan una serie de grados desde el rencor hasta la envidia, la ojeriza y la perfidia antes de llegar al resentimiento propiamente dicho. Bien sabido es que estos sentimientos perversos desaparecen con el perdón verdadero, o luchando por conseguir la meta que se pretende. El resentimiento es distinto porque en él “se da una conciencia más acusada de impotencia que refrena la acción o la expresión” (23); por eso la venganza no pasa a la acción, sino a la sed de venganza y llega a ser como un deber buscando ocasiones de satisfacerla con una susceptibilidad extrema que, cuanto más reprimida, ésta adopta expresiones imaginarias y falsas con tendencia a la detracción del que es odiado (23-25).

.....Un factor importante para que exista el resentimiento es que dé una cierta igualdad entre ofendido y ofensor. Se puede comprobar que no se daba en el mundo de amos y esclavos, ni en el de castas, ni entre amos y siervos en otros tiempos. “Las grandes pretensiones internas, pero reprimidas; un gran orgullo, unido a una posición social inferior, son circunstancias singularmente favorables para que se despierte el sentimiento de venganza” (25). Si el agravio se hace permanente, la explosión o la inversión social puede ser extrema. Una manifestación es la “crítica resentida” (27) en la que ningún remedio produce satisfacción al real, o imaginariamente, ofendido; es más, las soluciones producen mayor descontento, pues se encuentra un amargo gozo en la tristeza resentida convertida en fin. Esto es muy visible en la política de partidos.

.....La envidia resentida no lleva al esfuerzo superador de alcanzar lo que otro tiene, sino que se recrea en su impotencia y odia al poseedor, aunque éste ni se entere de lo que sucede en el resentido. La sensación de impotencia es la que lleva de la perfección de la envidia que es la envidia resentida. Esta envidia resentida es temible, pues lleva al odio. Es el caso clásico de Judas y Cristo en el que la traición al amigo y a la vocación llega a formas extremas. El reproche llega a la misma persona por ser lo que es, sin mover un dedo por intentar conseguir lo que tiene, en este caso la santidad. Jesús avisa a los suyos y les dice: “os odiarán sin motivo”, es decir, sin más motivo que el resentimiento impotente y odiador. “En estas clases de envidia es donde se presenta el fenómeno de la desvalorización de los valores positivos que promovieron la envidia” (29).

.....Scheler, mirando el fondo afectivo del resentido, constata que existen muchos tipos de personajes impotentes y débiles que pueden servir de ejemplo, pero uno sirve a nuestro propósito bastante bien, es el del ‘apóstata’, afín al ‘renegado’, cuya vida no se nutre de la nueva fe, sino del odio a los que sustentan la que antes poseía deseando su muerte y el infierno. Scheler dice que se llega casi inconscientemente al “falseamiento de la moral”, pues si fuese muy consciente sería insoportable la vida, vivir haciendo algo malo sabiendo que es malo. El resentimiento tiene efectos corporales. “Las sensaciones viscerales internas que colaboran en todo afecto adquieren preponderancia sobre la sensación de los movimientos expresivos externos, mediante la represión de la expresión periférica; y, como todas ellas, son desagradables y hasta dolorosas, el sentimiento del cuerpo en su conjunto resulta algo acusadamente negativo.

.....El hombre ya no vive ‘a gusto’ en la ‘caja’ de su cuerpo, y llega entonces a esa actitud penosa que consiste en distanciarse y objetivarse a sí mismo. Ésta ha sido la vivencia inicial de donde han partido las metafísicas dualistas (como la de los neoplatónicos, la de Descartes, etc.” (48); los gnósticos de todos los estilos antiguos y modernos también tienen esta experiencia), pues captan un malestar hasta corporal que no se sabe de donde viene. Y se llega a un “odio de sí mismo”, “tormento de sí mismo”, “sed de venganza contra sí mismo” de funestas consecuencias, tanto en el terreno religioso como en el sociológico, el político o el psíquico, como dice Guyau, citado por Scheler, es el caso de un salvaje, a quien ha sido vedada la venganza de sangre, se ‘consume’, se va debilitando y muere (49-50).

.....El falseamiento de la moral no es siempre un acto consciente, como sería la vida moral de un cínico, pues es imposible vivir en continua contradicción. La moral falseada es la exteriorización de una percepción averiada de la realidad desde el resentimiento, más o menos querido. En el conflicto entre el apetito y la impotencia surge el odio, la sed de venganza hasta que se alcanza la perfección de ella que es estar tranquilo en su miseria. Es la “obra suprema” del resentimiento (54), la “sublime venganza” le llama Nietzsche. “Es sublime porque los impulsos de odio y venganza contra los hombres fuertes, sanos, ricos, hermosos etc., desaparecen completamente, y la persona resentida escapa, gracias al resentimiento, al tormento interior de estas pasiones. .....Ahora, tras la inversión del sentimiento y la difusión del juicio correspondiente en el grupo, esos hombres fuertes etc., ya no son dignos de envidia, dignos de odio, dignos de venganza, sino que, al contrario, son dignos de lástima, dignos de compasión, pues participan en esos ‘males’. Sentimientos de dulzura, de compasión y de lástima son los que producen ahora su presencia” (55).

.....Con estos análisis, ya se puede entender lo que pasa, los resentidos atacan desde su impotencia para vivir valores y de aceptar la verdad como es.

Enrique Cases,
en Forumlibertas.com, 18.05.09

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