14 mayo 2009

78/09: Simplemente Quilo

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.....Quilo tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Así que su muerte por infarto es una ironía cruel.
.....En 1977 Aquilino Suárez Montes tenía 19 años. Yo solamente 6. Y por extraño que parezca, recuerdo la primera vez que le vi: enganchaba las redes de la
portería de fútbol que está frente al pabellón de los pequeños en el colegio de los jesuitas de Gijón.
.....Probablemente la orden procediera del inefable Hno. Nistal, más conocido en los patios por El cebollu. .....A Quilo, lo recuerdo bien, le mortificaban ese día unos críos algo mayores (quizá de 3º ó 4º de EGB) al grito de "¡Quilo tiene novia!" Él, impasible, no les hacía caso, así que los gritones fueron cogiendo confianza y... y Quilo le echó el guante a uno. El niño empezó a chillar como un conejo, pero Quilo, en una mezcla de español y asturiano tan típica de él, dijo: "Ahora vas ponete ahí y ayúdesme con les redes".
.....En esa época Quilo me parecía un tipo enorme y fuerte, que daba algo de miedo si te miraba de frente. A los ojos de un niño era feo de solemnidad y encima hablaba raro, pero es que Quilo tenía síndrome de Down. Sin embargo, todo eso se te olvidaba en cuanto le conocías porque siempre, siempre estaba ayudando, atareado en mil recados, dispuesto a echar una mano.
.....Años después tuve la suerte de tratarle. Era utillero de los equipos de baloncesto y cada tarde aparecía con los balones en el entrenamiento, o recogía las camisetas, o fregaba los vestuarios. Quilo siempre estaba allí, con su enorme cabeza, el pelo revuelto y las manos sucias de tanto vivir.
.....Más tarde su fidelidad y buen carácter le llevaron al Iveco Gijón Baloncesto, un club recién fundado con el objetivo de llegar a 1ª división. Uno de sus primeros fichajes fue Quilo, que tenía un currículum envidiable de sus años en el Inmaculada-IKE. Recuerdo con verdadera nostalgia aquellos partidos en el pabellón municipal de La Arena, con Oleart, Escandón y Larry Moffet demostrándonos que era posible soñar con un balón en las manos.
.....En aquella época no había animadoras en los descansos ni en los tiempos muertos. Pero no importaba. Allí estaba Quilo, uno más a las órdenes de Ricardo Hevia, el entrenador. Bastaba un bocinazo de la mesa y Quilo repartía las toallas o salía a limpiar el parqué. Su entrada en la pista era celebrada con una ovación tremenda de la grada. Él, pletórico, saludaba con la mano y, al acabar, nos juraba que le había dado consejos al entrenador de cómo atacar, por ejemplo, una zona 1-3-1. ....."Yo eso lo aprendí del Cura, que es el mejor".
.....El cura era Ángel Pachi Cuesta, un aguerrido jesuita reconocido por la Federación con el título de mejor entrenador de baloncesto de España. Con el paso del tiempo Pachi se encargó de organizar en Santibáñez de Porma (León) unos campamentos de verano y volvió a contar con Aquilino, que andaba en su salsa. Sobre todo cuando había que llamar a alguien por la megafonía, instante se transformaba en el mejor surrealista español de todos los tiempos.Quilo era feliz y hacía feliz a los demás. Hoy ya no es suficiente. Hoy todos los Quilos que crecen en el útero de sus madres están condenados por una ley de plazos que autoriza su muerte. Interrumpir el embarazo lo llaman. Matar digo yo.
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Ignacio Uría,
Secretario académico de la Facultad de Comunicación
de la Universidad de Navarra
En Diario de Burgos, 15.III.2009

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