Los viajes de san Pablo se inician en el año 45 d. C. Previamente, en el año 36 se había convertido al cristianismo a través de una aparición de Cristo. San Pablo es conocido por Pablo de Tarso, el Apóstol de los Gentiles. Muchos le consideran el discípulo más importante. Junto con san Pedro, forman las columnas de la Iglesia; de hecho, su fiesta se celebra conjuntamente el 29 de junio.
Según José Javier Ávila Martínez, subdirector del colegio Las Tablas de Madrid y diplomado en Ciencias Religiosas por la Universidad de Navarra, “no podemos olvidar que san Pablo nació en Tarso, perteneciente a la región de Cilicia, en la costa sur de Asia Menor, actualmente Turquía. Sus viajes son misionales, y en ellos san Pablo, movido por la fuerza de su conversión, funda comunidades cristianas, a las que transmite su fe, cuidándolas con especial esmero y dedicación”.
Los viajes de san Pablo
San Pablo realizó tres viajes misionales y un cuarto viaje, llamado de la cautividad, pues, encarcelado en Jerusalén, apela a su ciudadanía romana para ser juzgado en Roma. En su primer viaje, acompañado de Bernabé y Marcos, llega a la isla de Chipre (es aquí donde de ser llamado Saulo es llamado Pablo), siguen por la región de Panfilia y arriban al sur de Galacia. José Javier Ávila recuerda que “fundó varias comunidades cristianas y a raíz de la cuestión de la circuncisión, se convocó el Concilio de Jerusalén (año 50), donde se estableció no imponer la circuncisión a los gentiles conversos, tal como pidió san Pablo”.
En el segundo viaje, le acompañó Silas. Salieron de Antioquía (por tierra), hacia Siria y Cilicia, hasta el sur de Galacia. Atravesaron las regiones de Frigia yMisia (se les unió Timoteo). Más tarde fueron a Europa, fundando en Macedonia la primera comunidad cristiana europea, en la ciudad de Filipos. También llegaron a Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto.
En el tercer viaje, tomando como referencia Éfeso (capital de AsiaMenor), se mueve alrededor de esa ciudad, para ir al cabo de tres años a Corinto y luego a Jerusalén, donde es encarcelado acusado de violar la Ley. Y el cuarto viaje es el de la cautividad, llegando a Roma en el año 61, siendo liberado en el 63. Posiblemente realizó más viajes. Murió decapitado en el año 67, durante las persecuciones de Nerón.
Parece clara que se puede considerar estas rutas como parte esencial del patrimonio cultural y religioso de los cristianos. Aunque José Javier Ávila va más allá al señalar que no son solamente parte esencial de ese patrimonio, en cuanto a su carácter misional de propagación del cristianismo, sino que además son la base sobre la que escribió sus epístolas, bien para animar y fortalecer a unas determinadas comunidades, bien para amonestar cuando su conducta así lo requería”.
Las epístolas de san Pablo
Esa función epistolar y el amplio conocimiento que se ha tenido de las mismas han hecho que, en ocasiones, se haya intentado presentar a san Pablo como el verdadero iniciador del cristianismo, poniendo en un segundo plano en cuanto a importancia la propia figura de Jesús. “Dejando a un lado las opiniones de los que quieren manipular la figura de Jesús, hay quienes ven en san Pablo al discípulo más importante de Jesús, constituyendo la persona más relevante del cristianismo, debido a su titánico esfuerzo por transmitir la fe a los gentiles. Pero me parece que nadie tiene duda de que el discípulo no puede estar por encima de su maestro, pues precisamente de éste ha recibido la fuerza del Espíritu Santo, para lograr su gigantesca empresa”, concluye Ávila.
El sentido de los viajes de la ruta de san Pablo es la peregrinación y no el turismo, aunque no hay ningún inconveniente en visitar algunos puntos turísticos, pero el verdadero cometido es el de imbuirse en el carácter misional con que los realizó san Pablo. Previamente al viaje, es conveniente hacerse con unos mapas e itinerarios para recorrer las ciudades que visitó san Pablo.
Un aspecto importante es no olvidar la estrecha relación que tienen las catorce cartas que escribió durante su vida con lo que ahora denominamos la ruta de san Pablo. Parece que no hay duda de esa relación. Según José Javier Ávila Martínez, diplomado en Ciencias Religiosas por la Universidad de Navarra, “aunque de una forma general se le atribuyen 14 epístolas; de algunas de ellas se piensa que pudieron ser escritas por algunos discípulos y colaboradores suyos. Todas están en el canon bíblico”.
Autor: John E. Pilgrim
Fuente: Alba (30 de noviembre - 6 de diciembre del 2007)
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