Muchos indican que se trata de una crisis económica y otros que moral, pero es una crisis más profunda: una crisis de educación
…..En todos los ámbitos de nuestra sociedad, desde la familia a la política, pasando por la educación, todos percibimos los efectos de una fuerte crisis, y a menudo no sabemos identificar el origen. Somos capaces de señalar lo que no nos gusta de nuestra sociedad, pero difícilmente los mejores analistas saben acertar el diagnóstico. Muchos indican que se trata de una crisis económica, y otros con más recorrido dicen que tal vez también es moral. Pero las dos afirmaciones se quedan cortas. Es una crisis más profunda, una crisis de educación. Y la educación nos interesa a todos, porque a través de ella se construye la persona, y por tanto la sociedad.
…..Cuando decimos que la crisis es de educación no pretendemos ser originales. Hace ya tiempo que desde diversos ámbitos se está dando este diagnóstico sobre la situación social que vivimos. Pero no es suficiente, ya que lo que acaba saliendo en los medios de comunicación siempre resulta anecdótico: el cambio de calendario escolar, la sexta hora, etcétera. Y así, cada vez que se publica un informe sobre la situación de la educación en nuestra casa –PISA, Bofill-, resulta tema de debate y portada de los periódicos durante una semana, y después caen en el olvido, ya que siempre aparecen cosas más urgentes e importantes de las que hablar. Con más medios que nunca, con más y mejores posibilidades para todos, los resultados son decepcionantes, pero todo ello no es capaz de provocar un debate auténtico y serio sobre el tema.
…..Ya hace tiempo que personas muy autorizadas en el tema, como la catedrática sueca Inger Enkvist -que vino personalmente a Cataluña para intervenir en el debate parlamentario de la LEC hace unos meses- denuncian la mentira de los discursos y de las discusiones oficiales sobre la educación. En su magnífico libro La educación en peligro, Enkvist repasa todos los tópicos de la educación contemporánea a través de estudios serios sobre los resultados de diversas reformas educativas en todo el mundo, y demuestra como la ideología pedagógica y la política se han aliado para mentir sobre estos resultados a la vez que dificultan todavía más cualquier iniciativa no estatal en el tema educativo. Y es que cuando reina la mediocricidad no se quieren alternativas visibles que pongan en evidencia lo que está pasando.
…..Libertad para educar, libertad para construir una sociedad mejor, no son sinónimos de planificación política, sino más bien son una apelación a la subsidiariedad, a la libre iniciativa social que quiere educar y que deja espacio a aquellos agentes sociales que saben hacerlo, apoyando las diferentes iniciativas que muestran capacidad y eficacia en medio del naufragio de tantos proyectos y promesas incumplidas. La emergencia de la situación que vivimos exige una respuesta a la altura del problema, no una nueva mentira ni una media solución que atrase todavía más las cosas.
…..Para aclararnos: cuando decimos que la crisis que vivimos es sobretodo una crisis de educación, queremos decir concretamente que tal vez por primera vez, una generación no es capaz de educar a la siguiente, no es capaz de transmitir aquello por lo que vale la pena vivir. La traditio –lo que los padres dejan en herencia a los hijos porque tiene un valor- se rompe. Esto es un hecho: cada vez más familias reconocen que no saben cómo educar a sus hijos, o bien aceptan claramente su fracaso. Así, a la escuela se le pide más que nunca, en un momento en que ella tampoco sabe cómo afrontar el contexto que le toca vivir.
…..Obviamente el escepticismo general y el nihilismo reinan en nuestra sociedad ha tenido mucho que ver, pero existen otros factores. Todos vemos la desidia de la juventud, la falta de horizonte, el fracaso de la familia y de la escuela como transmisoras de valores, pero nadie sabe qué hacer. Este punto queda para el próximo artículo.
Lluís Seguí y Ferran Riera
www.forumlibertas, 7.05.2010
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